domingo, 9 de junio de 2013

Desde la vereda, en el camino al parasiempre

El camion venia a su ritmo habitual, nadie sabe como es que las llantas no desgastan su misera vida en tantos caminos recorridos.
Apenas vamos llegando, el chofer platica amistosamente y aminora un poco su marcha al observar los retenes de la PGR frente a nosotros.
Temera quiza que nos detengan un rato, solo por cuestiones de seguridad.
Mas prosigue su camino.
En la televisión un programa que no deja mas que dudas acerca de la seguridad de los aparatos que surcan las profundidades de las fosas Marianas o al menos cerca de ahi.
Yo quiero dormitar un rato, Dios de testigo que lo quiero hacer, pero no puedo, algo del refresco que tome hace algunas horas no deja que mis parpados cansados descansen, tal vez mucho cafe el día de hoy.
No me asusta el insomnio, hace algunos ayeres que deje de tenerle miedo, y lo abrazo lentamente.
A veces releo correos antiguos, poderosos instrumentos que nos desatan mas insomnios y perezas, esos correos actualmente han perdido su lustre, se que se caen por debajo de la mesa y apenas alcanzamos a recogerlos, necesitamos a veces ayuda externa para poder recuperarlos.
Los terremotos sirven para eso.
Pero los buenos terremotos, los que se originan en el pecho, y sacuden la tierra que pisa mis pies.
Y es ahi, donde cierta voragine canibalesca se cuela por debajo de la puerta y los cambios pasan.
Como pasan los temblores desde un epicentro interno, una sacudida tremenda del miocardio.
Y entonces, borro las cartas.

Escribir es una cosa rara

  Escribir es una cosa rara, es un evento que suele acompañar las madrugadas descafeinadas, cuando el acoso laboral te deja en visto, cuando...